martes, 14 de junio de 2011

LEYENDO A H.QUIROGA

En el cuento "A la deriva" el autor Horacio Quiroga, desplega en forma magistral todo su conocimiento del litoral y de la vida sacrificada de los hombres que lo habitan.
También y para trabajar la intertextualidad, a continuación del cuento, va una poesía-canción "Carito" que también habla de un hombre del interior.
** Ver actividades al final de cada texto**
Suerte

A la deriva

El hombre pisó algo blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse, con un juramento vio una yararacusú que, arrollada sobre sí misma, esperaba otro ataque. El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras.

El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre y durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho. El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de  pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que, como relámpagos, habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de sed quemante, le arrancó un nuevo juramento.

Llegó por fin al rancho y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos puntitos violetas desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba.

— ¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor — ¡Dame caña!

Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto alguno.

— ¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo – ¡Dame caña!
— ¡Pero es caña, Paulino!  —protestó la mujer, espantada.
— ¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!

La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras otros dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.
— Bueno; esto se pone feo… —murmuró entonces, mirando su pie, lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo la carne desbordaba como una monstruosa morcilla.

Los dolores fulgurantes se sucedían en contínuos relampagueos y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta, que el aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda del palo.

Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú. El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito – de sangre esta vez – dirigió una mirada al sol, que ya trasponía el monte.

La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente doloroso. El hombre pensó que no podría llegar jamás él solo a Tacurú-Pucú y se decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban disgustados.

La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña y el hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba; pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho

—¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano —¡Compadre Alves! ¡No me niegues este favor! –exclamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva.

El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas, bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, atrás, siempre la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.

El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo la canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración. El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú.

El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona, en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex patrón míster Dougald y al recibidor del obraje.

¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecido, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay.




Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vez mejor, y pensaba entre tanto en el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso ¿Ocho meses y medio? Eso sí, seguramente.

De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho.

¿Qué sería? Y la respiración…

Al recibidor de maderas de míster Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había conocido en Puerto Esperanza un Viernes Santo… ¿Viernes? Sí, o jueves…

El hombre estiró lentamente los dedos de la mano

—Un jueves…

Y cesó de respirar
Horacio Quiroga (1879-1937)
En: “Cuentos de amor, locura y muerte
(1917)



Ø      Nº 7 – Cuento: “A   la  deriva” de Horacio Quiroga

* Imagina al personaje Dorotea, que tiene una breve participación en la historia. ¿Cómo crees que será su aspecto físico? ¿En qué consistirá su cotidianeidad en aquel humilde rancho del litoral argentino? ¿Cuáles, de sus conocimientos respecto de vestido y alimentación, le serían útiles para sobrevivir en aquella inhóspita geografía?, etc. Centra tu atención en lo desconcertada que aparece en el relato frente a los inesperados sucesos que vivía su marido.

- Reescribe el relato desde la perspectiva de Dorotea ¿Cómo nos narraría ella esta historia que termina con la muerte de Paulino?  No olvides que ella tiene un dialecto específico, por lo que debes usar un lenguaje acorde.



* El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también…”, dice el relato en uno de sus párrafos para describir metafóricamente el asombroso paisaje. Y como ésta, hay muchas otras bellas imágenes de la región litoral.

- Imagina que trabajas en Turismo y debes promocionar los atractivos que presenta el Paraná y la región del litoral e interesar a los turistas para que disfruten de las bondades del lugar con visitas guiadas, excursiones, salidas, entretenimientos, etc

Elabora un folleto turístico que contemple estas particularidades. Éste debe contener también “citas textuales” del cuento referidas a las características del paisaje.


* “…sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino” Dice el cuento ya casi al final. Imagina que eres un lugareño que, desde la orilla del río, observa la escena de esa canoa sin rumbo, que va a la deriva y que en ella se encuentra un hombre herido. El lugareño es Lorenzo Cubilla que reconoce a Paulino y, rápidamente, se dispone a ayudarlo.

 - Reescribe el relato a partir de esta situación cambiando el final de la historia, es decir, que el protagonista logre salvarse y regresar a su hogar.


* La fatalidad del destino, el poder de la naturaleza sobre el hombre, son algunas de las reflexiones que nos vienen cuando terminamos con la lectura de este cuento. Además de imaginarnos los bellos paisajes de nuestro litoral.

- ¿Por qué este relato se titula “A la deriva”? ¿Qué relación hay entre el título y la historia que nos cuenta? ¿Qué designios de la naturaleza no puede eludir el protagonista?

Escribe un texto exponiendo tu opinión sobre estas cuestiones.

 Carito
Sentado solo en un banco en la ciudad
con tu mirada recordando el litoral
tu suerte quiso estar partida
mitad verdad mitad mentira
como esperanza de los pobres prometida

Andando solo bajo la llovizna gris
fingiendo duro que tu vida fue de aquí
Por qué cambiaste un mar de gente
por donde gobierna la flor
mirá que el río nunca regaló el color

Carito, suelta tu pena
se haga diamante tu lágrima
entre mis cuerdas
Carito, suelta tu piedra
para volar como el zorzal
en primavera

En Buenos Aires los zapatos son modernos
pero no lucen como en la plaza de un pueblo
Deja que tu luz chiquitita
hable en secreto a la canción
para que te ilumine un poco más el sol

Cualquier semilla cuando es planta quiere ver
la misma estrella de aquel atardecer
que la salvó del pico agudo
refugiándola al oscuro
de la gaviota arrasadora de los surcos

Carito, yo soy tu amigo
me ofrezco árbol
para tu nido
Carito, suelta tu canto
que el abanico en mi acordeón
lo está esperando
Autor: León Gieco


Ø      Nº 8 – Canción: “Carito” de León Gieco

* “Sentado solo en un banco en la ciudad, con tu mirada recordando el litoral...” Así describe la canción a Carito. Un hombre pobre del interior que se encuentra desolado en la gran ciudad. Extrae las palabras o frases con las que Carito recuerda a su “pago” y con ellas

- Elabora una carta familiar de él a su madre. En ella, por un lado expresa la nostalgia que siente por estar tan lejos de su familia y de su litoral querido, pero por otro, justifica su decisión porque piensa que es la única oportunidad para cambiar su futuro y que no debe desaprovecharla.


*  Imagina que por motivos laborales o de estudios debes emigrar del lugar donde creciste y en donde tienes tus afectos. Que, al principio, tu nueva vida es difícil y te sientes como Carito.

¿A quién, de los integrantes de tu familia, extrañarías más y por qué? ¿A quién de tus amigos? ¿Qué cosas, lugares o momentos evocarías?

- Escribe un diario íntimo en el que expreses tus sentimientos y pensamientos frente a estas cuestiones.


*  Tanto Carito como Paulino del cuento “A la deriva” son hombres del Litoral. Imagina que son parientes y que tienen la oportunidad de reencontrarse cuando Carito vuelve a sus “pagos”.

- Escribe una conversación entre ellos, donde se intercambien sus anécdotas o experiencias vividas. Recuerda reflejar en el lenguaje, las particularidades de su forma de hablar.


*  Como a Buenos Aires, a nuestra provincia también llegan muchos compatriotas que vienen del norte, noroeste y del litoral. Algunos, en busca de un mejor futuro, se radican en forma definitiva, otros; lo hacen por temporada, en época de cosecha. Pero seguramente todos sienten el desarraigo que significa dejar su lugar de origen. Vemos que a pesar de ser todos argentinos, nuestras “identidades regionales” son diferentes. Hay determinadas costumbres, pautas de conductas, dialectos y hasta apariencia física que nos caracterizan y distinguen entre nosotros.

Reflexiona acerca de este tema, de las “identidades regionales” de nuestro país. ¿Nos separa o nos une? ¿Qué diferencias hay entre el hombre de ciudad y el hombre de campo o de pueblo? ¿Por qué, a veces, es difícil la integración?, etc

- Imagina que eres un corresponsal de un diario y te encargan escribir un Artículo de Opinión y un análisis periodístico sobre el tema.



 

 






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