martes, 14 de junio de 2011

UN BREVE ACERCAMIENTO A LA OBRA DE TEATRO

Como el título lo anticipa, les propongo leer "Romeo frente al cadáver de Julieta" que en intertextualidad con el conocido poema de Shakespeare, propone otro final
Al final del texto, están las actividades

A trabajar!
ROMEO FRENTE AL CADÁVER DE JULIETA [1]
de Marco Denevi
Selección de Héctor Zabala ©
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Cripta del mausoleo de los Capuletos, en Verona. Al levantarse el telón, la cripta, en penumbras, deja ver un túmulo, y, sobre éste, el cadáver de Julieta. Entra ROMEO con una antorcha encendida. Se acerca al túmulo. Contempla en silencio los despojos de su amada. Luego se vuelve hacia los espectadores.

ROMEO: ¡Era, pues, verdad! ¡Julieta se ha suicidado! Veloces mensajeros, oculto el rostro chismoso tras la máscara de un falso dolor, corrieron a Mantua a darme la noticia. Pero, junto con la noticia, hacían tintinear en el aire la intimación de que volviese, la amenaza de que, en caso contrario, me traerían por la fuerza. Todos se despedían de mí con el mismo adiós: “Romeo, ahora sabrás cuál es tu deber”. He comprendido. He vuelto. Aquí estoy. No he encontrado a nadie en el camino. Nadie me estorbó el paso para que llegase a este lúgubre sitio y me enfrentase a solas con el cadáver de Julieta. Excesivas casualidades, demasiada benevolencia del destino, sospechoso azar. Alcahuetería de la noche, ¿cuál es tu precio? Los que te han sobornado ahora me espían, huéspedes de tu sombra. Aguardan que les entregues lo que les prometiste. ¿Y qué les prometiste, noche rufiana? ¡Mi suicidio! Así podrán dar por concluida esta historia que tanto los irrita y que, en el fondo, los compromete de una manera fastidiosa. Julieta ya ha escrito la mitad del epílogo. Ahora yo debo añadirle la otra mitad para que el telón descienda entre lágrimas y aplausos, y ellos puedan levantarse de sus asientos, saludarse unos a otros, reconciliarse los que estaban enemistados, tú, Montesco, con vos, Capuleto, y luego volverse a sus casas a comer, a dormir, a fornicar y a seguir viviendo. Y si no lo hago por las buenas, me obligarán a hacerlo por las malas. Me llamarán Romeo de pacotilla, amante castrado, vil cobarde. Me cerrarán todas las puertas. Seré tratado como el peor de los delincuentes. Terminarán por acusarme de ser el asesino de Julieta y alguien se creerá con derecho a vengar ese crimen. O escribo yo la conclusión o la escribirán ellos, pero siempre con la misma tinta: mi sangre. De lo contrario la muerte de Julieta los haría sentirse culpables. Suicidándonos, Julieta y yo intercambiamos responsabilidades y ellos quedan libres. (A Julieta.) ¿Te das cuenta, atolondrada? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Tenías necesidad de obligarme a tanto? ¿Era necesario recurrir a estas exageraciones? Nos amábamos, está bien, nos amábamos. Pero de ahí no había que pasar. Amarse tiene sentido mientras se vive. Después, ¿qué importa? Ahora me enredaste en este juego siniestro y yo, lo quiera o no, debo seguir jugándolo. Me has colocado entre la espada y la pared. Sin mi previo consentimiento, aclaro. Nací amante, no héroe. Soy un hombre normal, no un maniático suicida. Pero tú, con tu famosa muerte, te encaramaste de golpe a una altura sobrehumana hasta la que ahora debo empinarme para no ser menos que tú, para ser digno de tu amor, para no dejar de ser Romeo. ¡Funesta paradoja! Para no dejar de ser Romeo debo dejar de ser Romeo. (Al público.) Esto me pasa por enamorarme de adolescentes. Lo toman todo a la tremenda. Su amor es una constante extorsión. O el tálamo o la tumba. Nada de paños tibios, de concesiones, de moratorias, de acuerdos mutuos. Y así favorecen los egoístas designios de los mayores, que aprovechan esa rigidez para quebrarles la voluntad como leña seca. (Otro tono.) Ah, pero yo me niego. Me niego a repetir su error. Todo esto es una emboscada tendida con el único propósito de capturarme. Señores, miladis, rehúso poner mi pie en el cepo. Amo a Julieta. La amaré mientras viva. La lloraré hasta que se me acaben las lágrimas. Pero no esperéis más de mí. No me exijáis más. La vida justifica nuestros amores, en tanto que ningún amor es suficiente justificación para la muerte. Buenas noches.


Arroja la antorcha en un rincón, donde se apaga; se emboza la capa y sale. La escena queda sola unos instantes. Luego entran dos PAJES conduciendo el cadáver de ROMEO con una daga clavada en el pecho. Lo depositan a los pies del túmulo. Uno de los PAJES coloca una mano de ROMEO en la empuñadura de la daga. Se retiran
Entra FRAY LORENZO. Cae de hinojos. Alza los brazos.
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FRAY LORENZO: ¡Oh amantes perfectos!

TELÓN

[1] Del libro Falsificaciones (1969), de Marco Denevi


Ø      Nº 3 – Breve Obra de Teatro: “Romeo frente al cadáver de Julieta” de Marco Denevi

* Todos, de alguna manera, conocemos la historia de Romeo y Julieta, de su amor imposible por la rivalidad y el odio de sus familias y de su trágico final. En esta oportunidad Marco Denevi nos ofrece otra versión acerca de la muerte de Romeo y pone en duda su “muerte voluntaria por amor”.

-  ¿Cuál es la postura de Romeo frente al cadáver de Julieta? ¿Con qué argumentos justifica su decisión de vivir y de negarse al suicidio?


* “…Me niego a repetir su error. Todo esto es una emboscada tendida con el único propósito de capturarme”, sentencia Romeo. Imagina que eres un testigo presencial de sus dichos y pensamientos y para ayudarlo decides escribir una Carta de Lectores en defensa de Romeo y de la injusticia que se quiere cometer con él.

- ¿Cómo la redactarías, qué argumentos usarías y a quién o a quiénes exhortarías para tratar de torcer el rumbo del destino cruel?




* Elige alguna de las siguientes citas textuales del cuento y elabora a partir de ellas, una narración que justifique “los designios ineludibles que el destino tenía preparado para Romeo”: 

“…Todos se despedían de mí con el mismo adiós: “Romeo, ahora sabrás cuál es tu deber”

“…O escribo yo la conclusión o la escribirán ellos, pero siempre con la misma tinta: mi sangre.”

“…Ahora me enredaste en este juego siniestro y yo, lo quiera o no, debo seguir jugándolo…”

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